Necias disquisiciones de fastidiosa ética:
mi cabeza, la ilusa, anda muy mal de juicio...
(¡peor la flaca bolsa, de irónica aritmética...!)
Le pregunté a la esfinge que tengo a mi servicio:
—oh ¿cuál será la fórmula, de virtud o de vicio,
que rija mis futuros? —y los abstrusos senos
musitaron unánimes, en tono profeticio:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos...!
II
Eblís llévese entonces la ilusión que acaricio,
me dije, seducido por frase tan sintética;
acudí, sin embargo, a otro dios más propicio:
al Buda que reniega la física kinética...
Pendía de sus labios de palidez ascética
y presto oí del verbo los indecibles trenos,
la turbia paradoja de recia apologética:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos!
III
Pero no satisfecho de esa sentencia herética
(tan absurda a las fibras de mi amante edificio),
fui tras otras palabras de más suave fonética,
que curasen mi trágico padecer adventicio.
Ninguna ¡no, ninguna! dio con el artificio
de ese bálsamo amable de perfumes amenos.
Todas fueron acordes cantando el epinicio:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos!
Leon deGreiff
(tan absurda a las fibras de mi amante edificio),
fui tras otras palabras de más suave fonética,
que curasen mi trágico padecer adventicio.
Ninguna ¡no, ninguna! dio con el artificio
de ese bálsamo amable de perfumes amenos.
Todas fueron acordes cantando el epinicio:
¡todo no vale nada, si el resto vale menos!
Leon deGreiff
Colombia
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